«Malaga, La mayor matanza de la guerra civil»

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En la sesión anterior explicamos cómo se fabricó el mito de la matanza de la plaza de toros de Badajoz, del que las izquierdas han extraído eingentes rentas políticas y legitimación.  Ahora empieza otro, el de la llamada “desbandá de Málaga. El periódico de Pedro J, cuyas pintorescas explicaciones he expuesto en La guerra civil y los problemas de la democracia, dice, bajo el título “La peor matanza de la guerra”: “Cuando llegaron las tropas franquistas a Málaga, cundió el pánico en la ciudad. Muchos optaron por la carretera de Almería”, en la que fueron bombardeados por los nacionales. Por la carretera, dicen, huyeron 300.000 personas. “Salvo algunos milicianos, todos civiles”. “El mayor éxodo de seres humanos de la historia de Europa hasta que llegó la guerra de los Balcanes” Los muertos por los bombardeos  serían entre 5.000 y 10.000.

    En fin, vamos a poner las cosas en su…

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«Esa constante mentira..» (emulando a marañon)

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Lo más irritante de los rojos, decía Gregorio Marañón, «esa constante mentira»; «Himalaya de mentiras», denunciaba Besteiro. Cuando escribí Los mitos de la guerra civil me asombró el grado en que la historiografía progre había desvirtuado la historia real: en prácticamente cualquier tema en que uno ahondase un poco salía a la luz un cúmulo de falsedades, a menudo tan ilógicas y mal concebidas que mueve a perplejidad su aceptación durante largos años. Aceptación reveladora también la miseria de una derecha acomodaticia, presta a defecar sobre la memoria de sus mayores a cambio de no se sabe qué.

Pero todavía resulta más reveladora, deprimentemente reveladora, la reacción izquierdista o separatista cuando sus mentiras quedan en claro. Tomemos por ejemplo el caso del Vita, un expolio gigantesco con todos los agravantes posibles de disputas gangsteriles por su control, de barbarie y destrucción de arte. Episodio plenamente definitorio sobre sus autores. Pues…

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«Mito y mitos de la Guerra Civil»

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Gran vía – Madrid, cambio de nombre bajo el gobierno de la II República

La guerra civil española ha sido uno de los grandes mitos del siglo XX. Empleo aquí la palabra «mito» en un sentido negativo, en el sentido en que podría emplearla Paul Johnson cuando dice que esta guerra ha sido uno de los sucesos sobre los que más se ha mentido. A su vez, el mito general se compone de otros mitos parciales. Quizá los más difundidos hayan sido la batalla de Madrid, la matanza de Badajoz y el bombardeo de Guernica. Comentaré brevemente los tres, por su significación especial.

A los ojos de millones de personas, la batalla de Madrid en noviembre de 1936 se convirtió en una epopeya de las izquierdas y los demócratas, que habrían conseguido detener a los fascistas e infligirles una derrota decisiva por vez primera en Europa. Hasta Mao Tse-tung pide imitar…

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El oro de Moscú y México que los socialistas no quieren recordar – Ángel A. Vico

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De Izquierda a derecha: Negrín, Azaña, Prieto, el General Vicente Rojo y Lister.

De Izquierda a derecha: Negrín, Azaña, Prieto, el General Vicente Rojo y Lister.

ÁNGEL A. VICO

27.05.201710:00 h.

Parece haber llegado la hora de que las momias se levanten de sus tumbas. Lo exige la izquierda y aun así, Franco no puede ser el único en resucitar del valle de los muertos. El socialismo de Zapatero que se encargó de imponer la Ley de la Memoria Histórica a los 68 años de acaba de la Guerra Civil española no tuvo en cuenta que recuperar implica también recordar algunas de las más significativas hazañas que el socialismo cometió durante y después de la Guerra Civil española. Hechos que por su inconveniencia política han permanecido ocultos durante los últimos cuarenta años de democracia.

El 13 de Septiembre de 1936 Madrid se despertaba con las noticias del intenso bombardeo republicano al Alcázar de Toledo en donde resistía el general Moscardó. Oviedo…

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Si al perdón; no al olvido ni a la desmemoria.

Si al perdón; no al olvido ni a la desmemoria.

LA DESMEMORIA HISTÓRICA

LA CONVERSIÓN DE AZAÑA,

LA CONFESIÓN DE ALCALÁ ZAMORA

Y LA PROTESTA DE VIDAL Y BARRAQUER

 

El 18 de julio de 1936 es la fecha más infausta de la historia contemporánea de España. Por ello, es importante relatar con rigor el desarrollo de los acontecimientos. El general Franco no inspiró ni dirigió la revuelta; fueron los generales Mola y Sanjurjo quienes dirigieron la acción militar desde un principio. El golpe de Estado estaba en preparación desde el mes de marzo de 1936. Franco se sumó a los golpistas cinco días antes del estallido de la insurrección militar. El lamentable espectáculo de anarquía que vivía España; la demagogia de un Gobierno que hablaba de “republicanizar la Justicia”, y que actuaba a rastras de la “revolución espontánea”, provocada por sus aliados marxistas, declarándose “beligerante contra el fascismo”, cuando se tildaba de fascista a toda España no incluida en el Frente Popular. Las continuas apelaciones a una revolución que proponía por modelo las terribles jornadas de “Asturias la roja”, suscitaron una reacción de los cuados de mando del Ejército – cuyo primitivo nexo era la U.M.E. (Unión Militar Española) -, manifestada desde el primer día en forma de advertencias al Gobierno, que se limitó a cambiar la situación de los jefes más prestigiosos: Franco y Goded, que habían colaborado en el Ministerio de la Guerra con Gil Robles, fueron enviados, respectivamente, a Canarias y Baleares; Mola fue trasladado de Marruecos a Pamplona – bastión eminentemente católico y tradicionalista -, apropiado para desarrollar una conspiración antirrepublicana.

 

Antes de que se produjera la dispersión, los principales jefes del Ejército contactaron con vistas al posible golpe de Estado o insurrección militar. Todos reconocieron la jefatura de Sanjurjo, el gran exiliado. De momento, la trama de la conjura quedó en manos de los generales Varela y Orgaz, que se hallaban en Madrid. Pero el Gobierno, sospechando algo, envió a Varela a Cádiz y a Orgaz a Canarias. Antes de partir, Varela consiguió hacer llegar la documentación relacionada con la conjura a Mola, que quedó convertido en “director” del Alzamiento. No fue una iniciativa para derribar la República, sino al Gobierno de Casares Quiroga, permisivo y complaciente con el proceso revolucionario que se había iniciado en España el 16 de febrero de 1936.

 

No podrá entenderse lo que fueron el Alzamiento de 1936 y la Guerra Civil que le siguió, mientras se trate de situar a aquel en la línea de los viejos pronunciamientos militares. Porque implicó a grandes masas de la población. Todos aquellos que se habían sentido atacados, heridos o ultrajados por el sectarismo de las izquierdas. La guerra no fue, como algunos dicen, una lucha entre la España progresista – la de los intelectuales, la de las reivindicaciones sociales y culturales – y la España negra, la de las viejas oligarquías reaccionarias. El cuadro era mucho más complejo, puesto que no fueron escasos los intelectuales que mostraron su disconformidad con el régimen republicano en su versión frentepopulista de 1936. Unamuno, por ejemplo, repudió en términos durísimos el espectáculo de anarquía propiciado por el Frente Popular. Ortega, protestó formalmente, ya al otro lado de la frontera, contra las presiones ejercidas sobre los intelectuales para que prestaran sus voces a la República anarquista. Azorín se sumó muy pronto a la España nacional. Intelectuales comprometidos que pagaron dolorosamente con su sangre la lealtad a sus convicciones políticas los hubo en uno y otro bando. Frente al desastrado fin de García Lorca podemos situar el de Ramiro de Maetzu, por no citar más nombres.

 

En la zona nacional prevaleció la concepción del mundo de la clase media española. Y en la zona republicana se intentó vender una mercancía anarquista, sindicalista o comunista – es decir, rigurosamente proletaria – con la bandera de un liberalismo burgués tranquilo y europeo, que engañó a muchos incautos. Esa clase media que nutrió las filas nacionales no se lanzó a las trincheras para defender privilegios. Era otro orden de valores en crisis lo que esos hombres y mujeres trataron de salvar por encima de todo. La generación nacionalista de 1936 se vio abocada al rompimiento de todas las raíces que daban razón y sentido a su vida: conciencia religiosa, concepción del pasado histórico, defensa de la integridad de la patria. Seguramente ninguna tan poderosa como la primera. La Guerra Civil la abrió la República, ignorando desde el primer día, el peso de las convicciones religiosas en el español medio de aquella época. Luego, la violencia de las persecuciones contra la Iglesia y sus ministros fue ensanchando el abismo, que llegaría a extremos inauditos durante la guerra, pero que la Republica puso en marcha mucho antes. No debemos confundir determinadas apariencias posteriores a la guerra con las razones que llevaron hasta el último sacrificio a una juventud tan exaltada en la derecha como en la izquierda.

 

El general Franco, aunque en contacto con los conspiradores, había mantenido una posición de prudente expectativa, limitándose a requerir al Gobierno, mediante un extenso memorando, para que pusiera fin al desorden y al trato arbitrario de que venían siendo objeto – según su ideología – los cuadros de la oficialidad del Ejército. Pero Casares Quiroga se abstuvo de contestar a esta carta, facilitando así una mayor libertad de movimientos al general. En el plan definitivo estructurado por Mola, Franco tenía la misión de ponerse al frente del ejército de África, una vez iniciado el Alzamiento. Las maniobras militares efectuadas a principios de julio en el Llano Amarillo (Marruecos) permitieron a los oficiales comprometidos atar los últimos cabos de la conspiración en marcha. Se fijó entonces la fecha definitiva para el Alzamiento: el 18 de julio.

 

Se dice que la causa de la guerra fue la ”resistencia de la derecha a las reformas republicanas”, y no la oposición al proceso revolucionario desencadenado por el Frente Popular. Las reformas republicanas habían tenido lugar entre 1931 y 1933, y no hubo ninguna revuelta. Las únicas elecciones democráticas en la historia del país hasta la fecha, las ganó el centro derecha, a quien la izquierda impidió formar gobierno a quienes habían ganado en las urnas. Porque, según ellos, la República era patrimonio excluso de la izquierda, y la derecha no tenía derecho a gobernar pese al veredicto de las urnas. Con la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, dentro del largo proceso de violaciones constantes de la ley, manipulación de las elecciones, destrucciones e incendios de propiedades, iglesias y conventos, frecuente violencia política, ocupaciones ilegales de tierras y politización del sistema judicial. Asociaciones de empresarios y terratenientes aceptaron las incautaciones de sus propiedades en términos económicos. Pero pedían, como contrapartida, que el Gobierno pusiera fin a los desórdenes y violencias, aplicando la ley como reclamaba un auténtico Estado de derecho. Pero el Gobierno de Casares Quiroga no contestaba y dejaba hacer a los violentos.

 

Algunos personajes del centro y de la derecha moderado pidieron la formación de un Gobierno nacional de emergencia para controlar los repetidos excesos de los revoltosos y para restablecer la vigencia de la constitución republicana. La respuesta de Manuel Azaña, presidente de la República, y de Casares Quiroga, presidente del Gobierno, fue siempre contraria y de apoyo solapado al desmadre del Frente Popular, formado por un conjunto de partidos republicanos de izquierda, impulsado por movimientos revolucionarios esquivos con el ordenamiento constitucional. Es decir, los desmadres del Frente Popular eran más importantes y “democráticos” que España y los españoles todos, a quienes representaban. Esos políticos vieron el riesgo de un desastre; pero algunos prefirieron la confrontación – porque se sabían ganadores del conflicto – a la paz y la concordia. Cuando Casares Quiroga fue informado de que algunos militares se habían sublevado en Maruecos, su respuesta fue clara y contundente: “¿Qué unos militares se han sublevado en Marruecos? Pues yo me voy a dormir”. El domingo, 19 de julio, antes de medianoche, Casares Quiroga tuvo que dimitir; su Gobierno había “cosechado” un fracaso total. Azaña se vio ante el precipicio y nombró a Martínez Barrio, el líder más moderado del Frente Popular. Pero la cabra se había echado al monte. Entró en contacto con Mola, pero el Gobierno “durmiente” había llegado tarde. Los insurrectos se habían comprometido que, una vez iniciado el Alzamiento, nadie daría un paso atrás. La última iniciativa quedó en manos del presidente Manuel Azaña, y escogió armar a los revolucionarios en masa. Autorizó una revolución violenta, que provocó mucho más apoyo a los rebeldes en su contra.

 

ENÉRGICA PROTESTA DE VIDAL Y BARRAQUER.- El 15 de marzo de 1936 (no había comenzado la guerra civil, pero si la persecución religiosa), el cardenal Vidal y Barraquer escribió una carta al presidente del Consejo de Ministros, Manuel Azaña, para protestar contra los atentados que se cometían contra la Iglesia en toda España, de la cual, por su interés, reproducimos el texto íntegro, que algunos esconden maliciosamente:

 

Tarragona, 15 de marzo de 1936

Excmo. Sr. D. Manuel Azaña

Presidente del Consejo de Ministros.

Madrid

 

Respetable Sr. Presidente:

Son tan graves las noticias que me llagan, no ya por la prensa, sino por informaciones autorizadas de carácter reservado, relativas a incendios de iglesias, contra personas y cosas sagradas, que, como Cardenal español más antiguo, no puede silenciar ya ante V.E. la más enérgica y amarga protesta de la Iglesia, que vuelve a ser la víctima inocente de bárbaras violencias y desenfrenadas acometidas, tanto más graves e injustas cuanto a ellas no son ajenas las iniciativas públicas de las propagandas disolventes, y tanto más de sentir cuanto aparece visible la pasividad y negligencia en prevenirlas y reprimirlas por parte de quienes tienen el deber de garantizar el orden público y salvaguardar la seguridad, la libertad y el honor de los ciudadanos e instituciones nacionales. Nada ha contenido el furor de tales vandalismos, ni el sagrado de los templos, ni el respeto a la libertad de las creencias y a la dignidad de las personas, ni aún la venerada atención a los tesoros monumentales del país, cuya pérdida afrenta con el peor de los estigmas a todo pueblo y poder que la consiente.

 

Bien consta a V.E. cuánto ha hecho la Iglesia para coadyuvar a la paz social y civil de la nación y cómo, fuera y por encima de todo partidismo político, ha sido respetuosa con los poderes constituidos, no dejando de laborar su Episcopado, fiel a la suprema inspiración del Papa, para una decorosa y digna armonía entre ella y el Estado, a pesar de no haber recibido de éste la debida correspondencia con su legislación injusta y vejatoria. Si todo Gobierno no debe jamás dejar abandonada la defensa de los derechos naturales y políticos, esenciales a todos los ciudadanos, mucho menos puede desatender la legítima y obligada salvaguarda de instituciones que, como la Iglesia, están asistidas por supremos títulos de derecho espiritual y las normas jurídicas de la civilización y que, aún dentro de los límites estrechos de la legalidad española, ha sabido mostrarse paciente, patriótica y generosa para aportar su máximo esfuerzo a los fines del consorcio civil y al levantamiento moral de la nación con ejemplaridad y perseverancia merecedoras de otro trato que el incendio de los templos, mansiones de oración, y la persecución de sus obras, instrumentos técnicos del bien social.

 

Temo, Sr. Presidente, y hasta comprenderá la amargura con que se lo manifiesto, que de seguir las cosas por estos rumbos, se va a la anulación del poder público por la dejación de sus atributos en manos de la violencia agresora y de la reacción defensiva de la ciudadanía que nunca pierde su derecho natural de existir; que sin seguridad y dignidad, se va a la misma ruina de España, cuya vida y civilización no pueden subsistir sin la paz espiritual y civil que han de ser plenamente garantizadas por sus órganos estatales, atentos sólo a los fines de justicia y de equidad inexorablemente impuestos por el supremo bien del país.

 

A tales fines cooperará siempre la Iglesia de España, firme y perseverante en sus deberes en bien de las almas y de la misma sociedad política, de la que sus fieles han de ser ciudadanos respetados, y sus obras, instituciones en derecho garantizadas.

 

En prueba de tal espíritu reciba, Sr. Presidente, esta mi protesta sentidísima y enérgica, a la cual en mi deseo de no dificultar la actuación reparadora del Gobierno para el mantenimiento de la paz pública, he creído, por el momento, no dar exterioridad, protesta justificadísima que está en la conciencia de todos los obispos y católicos españoles.

 

Con todo respeto y consideración se despide de V.E. att. ss. ss.

Firma: F. Cardenal Vidal y Barraquer.

 

 

Con la misma fecha, el purpurado tarraconense remitió una copia de esta carta al presidente de la República, Niceto Alcalá – Zamora, para que conociera la comunicación elevada al presidente del Consejo de Ministros. Vidal y Barraquer advertía a Alcalá – Zamora, en carta adjunta, que “vivimos momentos gravísimos que ya se preveían para después de la disolución de las Cortes y de las actuaciones de algunos hombres públicos”. Y subrayaba: “Dejémonos de lamentaciones y veamos si entre todos podemos sacar el carro del hondo y peligroso atolladero”.

 

Más adelante, el ilustre purpurado le decía: “No quiero apelar […] a sus sentimientos religiosos y patrióticos. Que cada uno desde su sitial alto o bajo, prescindiendo de amarguras, decepciones y sacrificios, ponga cuanto esté de su parte a fin salvar a la Religión y a la Patria. Permítame este sincero, afectuoso y apremiante desahogo”. Acaba su carta afirmando “Mucho pido a Dios que le ilumine y le asista…”

 

El día 14 de marzo de 1936 (un día antes de la carta de Vidal y Barraquer), Alcalá – Zamora relata en sus memorias la dramática situación de España y su advertencia a Azaña en su despacho: “Al marcharse (Azaña) le dije una vez más que la prolongación intolerable y tolerada de la anarquía podía traer una reacción que arrolle todo el régimen. No lo niega, pero él, que es jefe del Gobierno y de la mayoría que lo impone, no pone remedio”. Más adelante escribe: “He sabido […] que bajo la presidencia del general de la I División se habían reunido todos los jefes del Cuerpo, estando unánimes en apreciar y comunicar al Gobierno que no pueden repetirse cosas como las que vienen sucediéndose…”. Esta situación hizo exclamar al presidente: “¡Qué amargas son las mías, pocas atribuciones, ningún concurso, sin Gobierno, con tanta mayoría que lo impone, como falta de autoridad que lo desacredita, y tener que hacer frente a todo!”.

EL ASESINATO DE CALVO SOTELO.- Una noticia gravísima precipitó los acontecimientos: la muerte de Calvo Sotelo, asesinado por un grupo de Guardias de Asalto de la República. La atmósfera de tremenda violencia creada por los debates parlamentarios explicaba, si no justificaba, un atentado tan monstruoso como aquel. Se culpó a Casares Quiroga de responsabilidad directa en el crimen. Lo había autorizado moralmente con su célebre frase: “Si algo pudiera ocurrir, su señoría sería el único responsable con toda responsabilidad”. Aquel crimen político echó por tierra los últimos obstáculos con que tropezaron los planes de Mola. El acuerdo con la Comunión Tradicionalista quedó sellado definitivamente en cuanto se tuvo noticia del sangriento suceso. Sobre la tumba del que más adelante había de ser llamado “protomartir”, el jefe de Renovación Española – la agrupación monárquica alfonsina – pronunció unas palabras solemnes, que pueden considerarse el prólogo de la tragedia que iba a iniciarse dos días después: “… Ante Dios, que nos oye y nos ve, empeñamos solemne juramento de consagrar nuestra vida a esta triple labor: imitar tu ejemplo, vengar tu muerte y salvar a España”.

 

EL ALZAMIENTO MILITAR.- El Alzamiento se inició en Melilla, una de las plazas de soberanía española en la costa marroquí. Aquí, el núcleo de conspiradores, al tener noticia de que el general Romerales estaba sobre aviso, hubo de adelantar el golpe respecto a la fecha prevista. A las cinco de la tarde del día 17 de julio de 1936, la rebelión era ya un hecho. Detenido el general Romerales y dominada la ciudad, el estallido repercutió inmediatamente en Ceuta, la otra plaza de soberanía y sobre todas las fuerzas militares que guarnecían el protectorado, mentalizadas desde hacía tiempo por los coroneles Yagüe, Tello y Seguí.

 

Al día siguiente, y antes de que el Gobierno republicano pudiese reaccionar, el Alzamiento estalló en todas las Divisiones militares de la Península, con arreglo a un esquema alternativo. Allí donde el jefe de la división formaba parte de la conjura, se declaraba el estado de guerra. Las tropas ocupaban las centrales sindicales y los edificios oficiales. Se decidía todo con rapidez y precisión. En las zonas donde el jefe de la División era leal al Gobierno, el golpe vino de uno de sus subordinados inmediatos. Pero el golpe fracasó en Madrid y en Cataluña, donde Goded, que se había sublevado en Mallorca, llegó muy tarde para enderezar la situación en Barcelona. El ministro Giral en Madrid y Companys en Barcelona se pusieron en manos de las sindicales obreras, abriendo los parques militares a sus masas, lo que derivó en una violencia sanguinaria y anárquica, que fue la réplica inmediata al Alzamiento.

 

El frenesí revolucionario en la zona republicana, que no excluía las luchas encarnizadas entre las distintas organizaciones obreras, y su ausencia de disciplina y mandos, permitieron a los nacionales deshacer a su favor, en poco tiempo, el inicial equilibrio de las fuerzas enfrentadas. Porque, digan lo que digan hoy, la iniciativa militar estuvo siempre en sus manos.

 

UN LIBRO REVELADOR.- El presidente de la Segunda República, Niceto Alcalá Zamora – líder de los republicanos progresistas – escribió en el exilio americano un libro de 240 páginas, de extraordinario interés, ignorado o silenciado por muchos historiadores contemporáneos: “Régimen político de convivencia en España. Lo que no debe ser y lo que debe ser”, editado en Buenos Aires en 1945, basado en “una trayectoria de convivencia”, en la que busca “los cimientos teóricos o doctrinales que hagan posible la convivencia de los españoles”. “Somos – según el vencedor del 14 de abril de 1931 – una patria dividida, escindida en odios abismales, y es preciso […] ofrecer una solución estable, buscar un régimen que garantice ante todo la convivencia civilizada”. Según él, “la Monarquía es algo que está definitivamente muerto y no puede volver”. “La República no ha desaparecido jamás – subraya – , sino que ha subsistido soterrada bajo el Movimiento y aún bajo el Estado actual”.

En el prólogo afirma que escribe el libro para el español sereno, desapasionado, de posición centro, “para el que la separación de la Iglesia y el Estado no significa la quema de iglesias y conventos”. Opina que “el Alzamiento de julio de 1936 (…) fue republicano en sus comienzos”. Añade que “la insurrección fue una rebeldía legal contra los que habían violado reiteradas veces la legalidad constitucional”. Y subraya que “el tinte republicano del Movimiento fue una de las claves del éxito del mismo”. En cuanto a los combatientes – siempre según el ilustre político – “eran republicanos de corazón en su inmensa mayoría los que lucharon en el bando nacional”.

 

Para Alcalá Zamora, la República equivale a una fecha: el 14 de abril de 1931. “Todo lo que vino después fue una desviación del espíritu originario, causada por los fanáticos de uno y otro lado”. A causa de ellos, “la República se desvió del buen camino y cayó en la anarquía y en la guerra”. Cuenta que después de la quema de conventos de 1931, se reunió un Consejo de Ministros bajo su presidencia para tratar de la conducta a seguir con la Iglesia católica. El propuso – según escribe – “la paz religiosa, la separación de la Iglesia y el Estado y un nuevo Concordato”. Por once votos contra uno se acordó que esta sería la pauta futura. Sin embargo, semanas después, las Cortes y el Gobierno “se inclinaban por la persecución religiosa y el anticlericalismo del más rancio y desusado estilo. Aquellos ministros – confiesa – habían cambiado sus trajes de civil por lo mandiles de cierta Orden, y una vez en el seno de su disciplina, los hermanos hubieron de recibir consignas y obedecerlas”.

 

Más adelante declara que “de acuerdo con el sentir religioso y católico de la inmensa mayoría del pueblo español es necesario que la enseñanza sea evidentemente religiosa y el símbolo de la Cruz debe presidir las escuelas públicas para inculcar la moral cristiana, a la par que el patriotismo, en las nuevas generaciones, tarea que incumbe a los párrocos, a los que el Estado debe ayudar y proteger”.

 

Luego, el eminente jurisculto examina como abogado y jurista las mil y una ocasiones en que la Constitución de 1931 “fue deliberadamente violada y pisoteada por el Gobierno de la República a partir de febrero de 1936. De los 125 artículos de la Constitución – revela don Nicetoni uno solo quedó intacto. Todos fueron conculcados deliberadamente por el Gobierno del Frente Popular”. Y resume su acusación en estas palabras: “¿Quién ha matado la Constitución de 1931? ¿Los rebeldes de julio? La verdad es que no han hecho sino disparar contra un cadáver que ya estaba apuñalado por las izquierdas republicanas”. ¿En qué instituto o universidad se enseña hoy esto?

 

La persecución religiosa de los años 1931, 1934 y 1936-1939 fue el aspecto más negativo de la Segunda República, que se pretende ocultar hoy mezclándola, confundiéndola o justificándola con la guerra civil, cuando en realidad empezó años antes. El Papa Pío XI, en la encíclica “Dilectissima nobis” (3 de junio de 1933) denunció ante el mundo la situación de auténtica persecución religiosa que vivía la Iglesia en España.

 

LA CONVERSIÓN DE AZAÑA.- Manuel Azaña, Jefe de Gobierno y presidente durante el final de la Segunda República, fue un exponente del anticlericalismo. No actuó con diligencia para evitar la quema masiva de iglesias y conventos en 1931. Es el autor de la famosa frase: “Ni todos los conventos de Madrid valen la vida de un republicano”; o la de “España ha dejado de ser católica”, pronunciada en las Cortes. El espíritu de la Constitución de 1931, aprobada cuando él era jefe del Gobierno, estaba en esta línea. No fue una Constitución legal porque no estuvo aprobada en referéndum por el pueblo español. Fue una Constitución redactada por las izquierdas, que no quiso exponer al voto popular, porque sabían que sería rechazada. El texto regulaba de manera restrictiva el estatuto jurídico de las confesiones religiosas, así como la libertad de conciencia. Su desarrollo legislativo tuvo una serie de graves consecuencias, como la disolución de la Compañía de Jesús en 1931 o la ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas de 1933. El cardenal Vidal y Barraquer dirigió, en su día, las siguientes palabras al presidente Azaña: Aunque sea V.E. un perseguidor de la Iglesia, cumpliendo el precepto de Cristo le encomiendo a Dios todos los días, a fin de que un día se acuerde de que tiene V.E. un alma para salvar”.

 

Efectivamente, el sacerdote Gabriel M. Verd, en el libro “La Conversión de Azaña”, describe los últimos momentos del político español en su exilio francés. Pudo haber muerto arrepentido de su actuación, pidiendo piedad y misericordia a aquel Dios que tanto combatió en vida. Según el relato del obispo francés de Montauban, monseñor Pierre-Marie Théas, que se acercó a él en los últimos días de su vida, años después del fallecimiento del dirigente del Frente Popular, en que hizo públicos los últimos momentos de Azaña, que él vivió de cerca.

 

“JESÚS, PIEDAD Y MISERICORDIA”.- El 18 de octubre de 1940 se produjo el primer encuentro entre el prelado y el presidente, gravemente enfermo, a petición del dirigente español. “Vuelva a visitarme todos los días”, dijo Azaña al prelado tras el primer encuentro. El obispo le visitó a diario; así lo relata: “Hablamos de la revolución, de los asesinatos, de los incendios de iglesias y conventos… El me hablaba de la impotencia de un gobernante para contener a las multitudes desenfrenadas”. En estos escritos, rescatados por Gabriel M. Verd, el obispo añade que “deseando conocer los sentimientos íntimos del enfermo, le presenté un día el Crucifijo. Sus grandes ojos abiertos, enseguida humedecidos por las lágrimas, se fijaron largo rato en Cristo crucificado”. Tras esto, Manuel Azaña “lo cogió de mis manos, lo acercó a sus labios, besándolo amorosamente por tres veces y exclamando cada vez: “¡Jesús, piedad y misericordia!”. Siguiendo con el relato de los hechos, el obispo francés le preguntó: “¿Desea usted el perdón de los pecados?”; Azaña contestó que sí. “Recibió con plena lucidez el sacramento de la Penitencia, que yo mismo le administré”, declaró monseñor Théas.

 

Sin embargo, cuando el obispo habló con los que rodeaban al enfermo para administrarle la comunión en forma de Viático (Sacramento que se administra a los enfermos moribundos), le fue denegado con estas palabras: “¡Esto le impresionaría!” La insistencia del prelado no dio resultado positivo. Pero el presidente Azaña recibió el sacramento de la Extremaunción; y murió el 3 de noviembre de 1940, en presencia del obispo francés.

 

Este acercamiento al catolicismo también fue confirmado por su viuda, que destacó la importancia que en estos hechos narrados tuvo una monja, que actuó como enlace para que pudiera conocer al obispo. Además, contó que el día de la muerte del político, “ya por la noche, viéndole morir, por encargo mío salieron en búsqueda de la monja, y ésta, cumpliendo mis deseos igualmente, vino acompañada del obispo. Minutos después, nuestro enfermo expiraba”.

 

Esta actitud del presidente Azaña en los últimos momentos de su vida, debería hacer reflexionar hoy a algunos mentirosos compulsivos, implacables perseguidores de la verdad histórica. O recordar estas palabras del general Lister, durante su regreso a España, en noviembre de 1977: “Las trincheras de la Guerra Civil española están cerradas y bien cerradas, y no hay por qué intentar abrirlas de nuevo”. Es lo que intentan hacer hoy los sembradores de odio, a través de la desmemoria histórica. Los hijos y los nietos de quienes padecieron aquella barbarie tenemos el deber moral de buscar la reconciliación definitiva, contando la verdad desnuda. Por eso proclamamos: Si al perdón; no al olvido ni a la desmemoria.

 

Francesc Basco Gracià.  Periodista (Del libro inédito “La represión del Frente Popular en Tarragona”)

TORREDEMBARRA (Tarragona): MÁS DE SESENTA ASESINATOS

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TORREDEMBARRA, LA DESMEMORIA HISTÓRICA

MÁS DE SESENTA ASESINATOS,

CUARENTA EN LAS TAPIAS DEL CEMENTERIO

 ONCE RELIGIOSOS Y CUATRO SACERDOTES HAN SIDO BEATIFICADOS

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Esquema de las fosas abiertas en el cementerio de Torredembarra,

para enterrar a los fusilados en sus tapias. (AHN, CGT)

Un informe de la fiscalía de la Causa General de Tarragona desvela que en el cementerio de Torredembarra fueron exhumados cuarenta cadáveres, enterrados en seis fosas comunes y un nicho, según el plano adjunto. Fueron identificadas treinta víctimas, las diez restantes se consideran en personas desconocidas para siempre. Nunca sus familiares sabrán de ellos. Sus restos se reinhumaron en cajas individuales numeradas, en la fosa número 1 del mismo cementerio. Veinticuatro de esas víctimas procedían de una de las sacas del barco – prisión Río Segre, surto en el puerto de Tarragona. Hoy, en el cementerio de Torredembarra tendría que haber una fosa común donde fueron depositados los diez cadáveres no identificados, más cuatro identificados de Batea (Terra Alta). De esas víctimas, once religiosos y cuatro sacerdotes han sido beatificados por la Iglesia católica. Destaca el informe que “abundaban los restos de sacerdotes y religiosos de diferentes Órdenes”. Se calcula que más de sesenta personas fueron asesinadas en el municipio durante aquellos años de terror y odio. Muchos de tan brutales crímenes se cometieron con el objetivo de eliminar a la Iglesia católica de la sociedad, privándola de sacerdotes, religiosos, templos y conventos. Es el más grave exponente de la persecución religiosa desatada en Cataluña, hoy silenciada cautelosamente en los medios, con la excusa de no reabrir heridas, aunque la memoria de las víctimas, entre las que hay quince beatos, sea ensuciada por el vilipendio y la mentira. ¿Quién puede defender esa barbarie? Los que la silencian hoy son cómplices de los asesinos de ayer.

Durante los meses anteriores al Alzamiento nacional no se registró en Torredembarra ningún acto grave de violencia ni de alteración del orden público. Únicamente, los trabajadores del campo, obedeciendo consignas de la Generalitat, se quedaron doble cantidad de los frutos de las cosechas de lo que, según contrato, les correspondía. Fueron puestos en libertad tres cabecillas de la intentona separatista del 6 de octubre de 1934. Se organizaron manifestaciones callejeras para celebrar su regreso. Asimismo, se organizó una manifestación con banda de música y banderas para recibir al Comandante Pérez Farrás, que también había sido puesto en libertad y residió, accidentalmente, en Torredembarra. Estos actos eran organizados por el Centro Republicano Federal, afecto al político tortosino, Marcelino Domingo, que desde hacía treinta años dirigía la política local. El Ayuntamiento organizaba y patrocinaba estos actos.

CLAUSURADAS LAS ESCUELAS DE PÁRVULOS.– El mes de mayo de 1936 (no había comenzado el Alzamiento), por indicación de Miguel Mestres, secretario municipal, y Luís Blanch, fueron clausuradas por la inspectora provincial de Enseñanza, las escuelas de párvulos de las Hermanas de San Vicente de Paúl. Los padres de los alumnos y algunos vecinos organizaron una manifestación de protesta. Las autoridades locales no consiguieron su propósito, gracias a la oposición de las familias afectadas. Los opositores a esa medida de supresión de las aulas fueron denunciados por el alcalde, Juan Raverté, y multados por el delegado provincial de la Generalitat. Eran los vecinos Esteban Huguet Viadé, José Torrebadell Olivé, Benito Rull Plana y José Brulles Jasans, presuntos organizadores de la protesta, por el cierre de las escuelas de la Iglesia católica en la localidad. Mas tarde, las hermanas fueron obligadas a vestir de paisano y a abandonar el convento.

LOS PRIMEROS ASESINATOS.- Las primeras personas asesinadas en el término municipal (6 de agosto de 1936) fueron dos sacerdotes, uno de Creixell (Baix Penedés), mosén Pablo Bertrán Mercadé, beatificado, y mosén Francisco Vives Antich, de Valls (Alt Camp), beatificado. Fueron inmolados a la entrada de la población por las patrullas de control, frente a la industria Refractarios Llovet. Mosén Bertrán ejercía su ministerio sacerdotal en la Selva del Camp, y mosén Vives era el párroco de Creixell.

Más tarde y a diario, se sucedían en las tapias o frente a las puertas del cementerio de la villa, asesinatos de personas procedentes de Tarragona, presos en los barcos – prisión, elegidos para las sacas que consumaban los milicianos, por orden de las autoridades, que eran quienes les proporcionaban las listas de los que tenían que fusilar para “cantarlas” en el barco, “pasando lista” de las víctimas. En un solo día fueron asesinadas veinticuatro personas (24), procedentes del Río Segre. De ellas, un vecino, de unos 50 años de edad, logró, escapar y llegar a la farmacia del pueblo para curar las heridas. Por orden de Ramón Gomá (veterinario) y Fernando Figueroa, fue trasladado en un camión a la carretera de Roda de Berá, donde fue fusilado.

Desde los primeros días del mes de agosto de 1936 hay que lamentar el asesinato casi diario de personas, que se perpetraba en las tapias o a las puertas del cementerio de la villa, procedentes de Tarragona y de otras poblaciones cercanas. Se calcula que al menos sesenta personas (60) fueron asesinadas en ese lugar. “A ninguno se le identificó – destaca el informe, escrito en 1939 -, por lo que no se pueden facilitar datos aclaratorios referentes a los desgraciados que encontraron la muerte en las puertas del cementerio”.

INTERNADOS EN LOS BARCOS – PRISIÓN.– El 13 de septiembre de 1936 fueron detenidos Antonio Montserrat Altés y Sergio Lucas Taixes. Después de sufrir serios peligros para sus vidas, fueron conducidos a Tarragona y encerrados en el Río Segre primero, y en el Isla de Menorca, después. También fue detenido en Tarragona, donde trabajaba, el vecino Antonio Morros Mercadé, que fue internado en las referidas prisiones, donde estuvo en constante peligro de muerte. Fueron sometidos a denigrantes vejámenes hasta ser liberados, a finales de abril de 1937. También fueron detenidos José María Torrens y Juan Solé Ibáñez, en el cuartel de Tarragona, donde cumplían el servicio militar. A los pocos días fueron liberados.

ABANDONARON LA VILLA.- A causa de la persecución a que fueron sometidos, tuvieron que abandonar la villa Silvestre y Baldomero Morros. El primero, hasta después de la liberación de la población por las fuerzas nacionales. El segundo intentó, en algunos momentos, ir a visitar a su familia; pero fue sometido a una feroz persecución “y hasta el día de hoy, por encontrarse en edad militar, no ha podido regresar” (enero de 1939).

FUSILADOS EN LA SABINOSA.- El 22 de diciembre de 1936 fueron citados en el Ayuntamiento varios vecinos, entre ellos José Guasch Fusté, Domingo Pijuan Fusté, José Alaix Ginesta, Juan Porta Fortuny y Benito Rull Plana. Les obligaron a subir a un autobús para trasladarlos a Tarragona. Pero en el lugar conocido por la playa Sabinosa, les obligaron a apearse y fueron vilmente asesinados, excepto Benito Rull Plana que logró escapar. Otro vecino, José Fortuny Viscamps, se escondió en Barcelona. Denunciado por unos vecinos, fue detenido en la Ciudad Condal e internado en la checa San Elías, la más temible de Barcelona. La familia presume que fue asesinado, puesto que no se hallaron sus restos mortales y nada más de él se supo. La citada checa contaba con un horno crematorio, al estilo nazi, y una pira de cerdos, donde eran arrojados los cadáveres. Según el informe, se presume que el principal instigador de este asesinato fue Antonio Pijuan Rimbau.

El mismo 22 de diciembre, a las seis de la tarde, por orden del alcalde Pérez, fueron convocados en el Ayuntamiento varios vecinos. Un titulado Comisario de Guerra amparaba las acciones delictivas de una pandilla local. Se llamaba Serra y era conocido en la población por El Pollastre, un hombre temible. Entre los vecinos colaboradores estaban José Alaix Ginesta, José Guasch Fusté, Domingo Pijuan Fusté, Juan Porta, Benito Rull, Sebastián Solé, Juan Ardévol, José y Luís Mercadé, Francisco Toda, al viuda de Barado, Francisca Toda, Antonio Rovira, José Rigual y Cirilo Aliaga, entre otros… Los cinco primeros fueron separados en una dependencia del Ayuntamiento. Al resto se les trasladó a otra dependencia y, de momento, se les exigió dinero. Los cinco primeros fueron obligados a subir a un automóvil; se los llevaron a Tarragona y fueron internados en un barco prisión.

SED DE SANGRE.- Con persecuciones y amenazas más o menos veladas, llegamos a finales de 1936. Con la muerte en el frente del miliciano Bautista Roig empezó la sed de sangre en la población. Trasladaron el cadáver a Torredembarra y lo atropellaron todo. Entraron en el domicilio de Manuel Gibert, se lo llevaron a la carretera de Tarragona para asesinarlo; creyendo que lo habían conseguido lo dieron por muerto. Afortunadamente, reaccionó de las graves heridas sufridas, pudo ir en busca de auxilio y salvó la vida. El informe señala que los presuntos autores del crimen no consumado fueron Victoriano Romeo Gatell, José Casillas Lluís, Cándido Guasch, Luís Ciuró, Luís Papiol, Enrique Romaguera, Pablo Jansá y Vallverdú, de la Pobla de Montornés.

Para el entierro del miliciano Bautista Roig, las izquierdas querían obligar que asistiera almismo el pueblo en masa; pero no fue posible pese a las amenazas proferidas. Durante la noche asaltaron los domicilios de José Fortuny Biscamps, ex juez municipal, y de José Brulles Jesans, ex presidente del partido de derechas, con el propósito de asesinarlos. También intentaron entrar en otras casas. Ambos se ocultaron y lograron salvar la vida, buscando refugio en Barcelona. Fortuny cayó en manos de las patrullas de control y desapareció con los hechos de mayo de 1937; Brulles logró salvar la vida.

OTROS HECHOS DELICTIVOS.- Dando una hojeada al libro de actas del Ayuntamiento de la época, encontramos: · Enrique Vallverdú, en el acta num. 27, folio 95, pide que se exija a las cobradoras de la agrupación religiosa Hijas de María, la lista de todas las afiliadas para tenerlas controladas. – En el acta núm. 29, folio 97, se puede comprobar bien claramente la persecución de que fueron objeto los hermanos Morros. – En la 33, el alcalde Pérez propone al Consistorio la incautación de bienes de las familias que han huido del pueblo, por temor de la persecución a que eran sometidas. – En la 34, y a propuesta del concejal Sardá, persiste la persecución de las familias que han tenido que abandonar el pueblo: Brulles, Virgili, Fortuny, etc. – Las Juventudes Libertarias solicitaron al Ayuntamiento la cesión de la Biblioteca parroquial, que fue devastada completamente. Se apropiaron de casas de personas residentes fuera de la población, y que pasaban en ella el verano, sin que ninguna autoridad interviniera.

LAS COLECTIVIZACIONES.- Procedieron a la colectivización de la tierra, cuya base fue la gran finca Babilonia. Ampliaron su radio de acción al resto de fincas propiedad de familias de derechas, a las que apodaban facinerosos. Expoliaron todas las cosechas. También se apropiaron de las caballerías y los aperos de labranza. Colectivizaron el almacén de vinos, propiedad de Esteban Huguet Borrás, que lo dejaron sin existencias. Llevaron muchos bocoyes de vino a los frentes, como regalo a las milicias populares. En la casa familiar se instalaron las oficinas de la UGT. Los toneleros constituyeron una cooperativa, apropiándose de la tonelería de Vicente Morros. Se lo llevaron todo al castillo de la población, propiedad de Estaban Huguet, donde se instalaron. No obstante, la familia Morros seguía trabajando en su taller, pero el juez les obligó a incorporarse a la cooperativa si querían trabajar legalmente, en caso contrario les clausuraban el negocio. Los albañiles constituyeron también una cooperativa de la Construcción. Quien no pertenecía a la cooperativa, no podía ejercer su profesión.

También fue colectivizada la fábrica de conductores SACE, propiedad de Phirelli. Sus propietarios intentaron salvar la empresa, hasta la liberación de la población. El resto de industrias se rigieron por los dictados de un Comité de control. Los patronos continuaron al frente de sus negocios; pero las órdenes las daban los dueños reales, el Comité local. En conjunto y salvo algunos atropellos, se pudo salvar el patrimonio industrial de la población.

La villa fue liberada el 19 de enero de 1939, a las seis de la tarde, con escasa resistencia, con el grueso de las fuerzas que ocuparon Tarragona y Altafulla.

El informe esta firmado el 31 de enero de 1939, de su puño y letra, por estas cinco personas.

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CINCO PERSONAS FUSILADAS

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Estado número 1. Personas residentes en la villa que resultaron muertas violentamente.

1.- JOSÉ GUASCH FUSTÉ, de 53 años de edad, recadero, afiliado al Centro de Derechas; no desempeñó ningún cargo público; asesinado el 22 de diciembre de 1936 frente al Sanatorio de Tarragona, en una cuneta. Su cadáver presentaba heridas por arma de fuego. Como personas sospechosas de haber participado en el crimen señala un total de diecisiete individuos, unos exiliados en Francia; otros, detenidos; otros, muertos de muerte natural; otros, en paradero desconocido.

2.- DOMINGO PIJUÁN FUSTÉ, de 56 años de edad, labrador, afiliado al Centro de Derechas, no desempeñó ningún cargo público. Asesinado el 22 de diciembre de 1936 en el mismo lugar que el anterior. Señala las mismas personas como sospechosas de haber participado en el crimen.

3.- JOSÉ ALAIX GINESTA, de 46 años de edad, secretario del Juzgado, afiliado al Centro de Derechas, asesinado el 22 de diciembre de 1936 en el mismo lugar que los anteriores. Señala las mismas personas como sospechosas de haber participado en el crimen.

4.- JUAN PORTA FORTUNY, de 46 años de edad, labrador, afiliado al Centro de Derechas, no había desempeñado ningún cargo público, asesinado el 22 de diciembre de 1936 en el mismo lugar que los anteriores. Señala las mismas personas como sospechosas de haber participado en el crimen.

5.- JOSÉ FORTUNY BISCAMPS, de 58 años de edad, industrial, afiliado al Centro de Derechas, no había desempeñado ningún cargo público. Se ignora el día en que fue asesinado. No fue hallado su cadáver; se considera desaparecido y se ignora quiénes participaron en el crimen.

FUSILADAS TRECE PERSONAS NO RESIDENTES.

ENTRE ELLAS, TRES SACERDOTES BEATIFICADOS

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Estado número 2. Relación de cadáveres recogidos de personas no residentes, que sufrieron muerte violenta durante la dominación roja.

6.- CARLOS VIDAL ESTIVIL, de 21 años de edad, estudiante, natural de La Riera. Su cadáver fue hallado el 9 de noviembre de 1936 en este término municipal; presentaba heridas por arma de fuego.

7.- PABLO BARBARÁ ALTADILL, de 49 años de edad, empleado, de Tarragona. Su cadáver fue hallado el 28 de septiembre de 1936 en este término municipal; presentaba heridas por arma de fuego.

8.- JOSÉ AMORÓS CLÚA, de 52 años de edad, comerciante, natural de Corbera d’Ebre (Terra Alta). Su cadáver fue hallado el 28 de septiembre de 1936 en este término municipal; presentaba heridas por arma de fuego.

9.- EDILBERTO MARTI LAPEÑA, de 54 años de edad, militar, vecino de Tarragona. Su cadáver fue hallado el 12 de noviembre de 1936 en este término municipal; presentaba heridas por arma de fuego.

10.- ENRIQUE BORRÁS ESTEVE, de 58 años de edad, militar, vecino de Tarragona. Su cadáver fue hallado el 15 de septiembre de 1936 en este término municipal; presentaba heridas por arma de fuego.

11.- CASIANO ANDRÉS GESTÍ, de 57 años de edad, guardia, de Montferri. Su cadáver fue hallado el 28 de septiembre de 1936 en este término municipal; presentaba heridas por arma de fuego.

12.- BEATO JOSÉ BRU RALDUÁ, de 65 años de edad, canónigo de la Catedral detorr5 Tarragona y Canciller secretario del cardenal Vidal y Barraquer. Su cadáver fue hallado el 11 de septiembre de 1936 en este término municipal; presentaba heridas por arma de fuego. El beato José Brú era natural de Tarragona; fue ordenado sacerdote el 20 de mayo de 1896 y martirizado el 11 de noviembre de 1936, en Torredembarra; tenía 66 años de edad y llevaba cuarenta de vida religiosa. El 27 de julio de 1936 fue detenido, en casa de unos amigos, por agentes de la Comisaría de la Generalitat de Tarragona, e ingresado en el barco – prisión Río Segre. El 11 de noviembre del mismo año fue sacado del barco con otros 22 presos y conducidos al cementerio de Torredembarra, donde fueron asesinados ante una tapia del mismo, con fuego de ametralladora. Su cadáver fue exhumado de una fosa común y reconocido, para trasladarlo al cementerio de Tarragona el 11 de septiembre de 1939. Mandaba la patrulla que cometió los asesinatos, José Recasans Oliva (a) El Sec de la Matinada, de Tarragona, autor de múltiples asesinatos, que murió en los sucesos de mayo de 1937. José Brú Ralduá fue beatificado en la explanada de la antigua Universidad Laboral de Tarragona el 13 de octubre de 2013, junto con 522 mártires de la persecución religiosa de España, en la Causa del beato Manuel Borrás, obispo auxiliar de Tarragona, inmolado en el Coll de Lilla (Montblanc).

13.- BEATO PABLO BERTRÁN MERCADÉ, de 61 años de edad, sacerdote, natural detorr6 Creixell (Baix Penedés). Su cadáver fue hallado en el término municipal de Torredembarra. Pablo Bertrán nació en Creixell; fue ordenado sacerdote en septiembre de 1898. Ejerció su ministerio sacerdotal en Passanant y la Selva del Camp. Tenía 61 años de edad y llevaba 37 de vida religiosa. Solía decir: “Brazos abiertos significan paz; puño cerrado representa odio, rencor y guerra”. La guerra y la persecución religiosa le sorprendieron en la Selva del Camp, de donde era párroco. Estuvo oculto en diversas casas del pueblo. Para esconderlo en un lugar más seguro, dos feligreses lo trasladaron a Creixell, su pueblo natal, donde vivía su hermano Josep. El párroco de Creixell, Francesc Vives, también se refugiaba en casa de su hermano. El 4 de agosto de 1936 eran detenidos por una patrulla de milicianos. Les condujeron a la plaza del pueblo, y entre insultos y blasfemias, los subieron a un camión fantasma. El 6 de agosto, a las cinco de la tarde, eran asesinados en Torredembarra, a la altura de la industria Refractarios Llovet. En 1940 sus restos mortales fueron exhumados de una fosa común abierta en el cementerio de Torredembarra. Una vez identificado, sus restos recibieron cristiana sepultura en el cementerio de Creixell. Pablo Bertrán fue beatificado en la explanada de la antigua Universidad Laboral de Tarragona el 13 de octubre de 2013, junto con 522 mártires de la persecución religiosa de España, en la Causa del beato Manuel Borrás, obispo auxiliar de Tarragona, inmolado en el Coll de Lilla (Montblanc).

14.- BEATO FRANCISCO VIVES ANTICH, de 60 años de edad, sacerdote. Su cadáver fue hallado el 6 de septiembre de 1936 en este término municipal; presentaba heridas por arma de fuego. El beato Francisco Vives era natural de Valls (Alt Camp). Fue ordenado sacerdote el 31 de marzo de 1900. Ejerció el ministerio sacerdotal en Belianes (Lleida) y como regente de Creixell (Baix Penedès). Llevaba 36 años de vida religiosa. Con el estallido de la guerra y la persecución religiosa, se refugió en casa de José Bertrán, hermano del beato Bertrán Mercadé. El juez de Creixell declara que “un grupo de milicianos, capitaneados por Pablo Jansá Miracle, natural de la Pobla de Montornés y casado en el barrio marítimo de Torredembarra, les obligaron a subir al camión fantasma para trasladarlos al lugar del martirio. Eduardo Baixauli Morales, juez comarcal de Torredembarra, el 15 de septiembre de 1939, procedió a inscribir la defunción del sacerdote: “Tuvo lugar su muerte violenta por asesinato el 6 de agosto de 1936 en Torredembarra y su cadáver recibió sepultura en el cementerio de esta villa”. El 27 de noviembre de 1939 fueron exhumados los restos del sacerdote y sepultados definitivamente en el cementerio de Creixell. Francisco Vives fue beatificado en la explanada de la antigua Universidad Laboral de Tarragona, el 13 de octubre de 2013, junto con 522 mártires de la persecución religiosa de España, en la Causa del beato Manuel Borrás, obispo auxiliar de Tarragona, inmolado en el Coll de Lilla (Montblanc).

15.- RAIMUNDA BASA SOLÉ, de 57 años de edad, panadera, natural de Vilanova i la Geltrú. Su cadáver fue hallado en este término municipal; presentaba heridas por arma de fuego. No se aclara la fecha en que fue hallado.

16.- VICENTE LOSCOS PARDOS, de 53 años de edad, médico. Su cadáver fue hallado el 30 de noviembre de 1936 en este término municipal; presentaba heridas por arma de fuego.

17.- MARÍA TORELLÓ DUCH, de El Pont d’Armentera. No indica el día en que fue hallado su cadáver.

18.- VÍCTOR PARDO WEHRLE, de 48 años de edad, con domicilio en Barcelona, secretario de la Federación de Fabricantes de Hilados y Tejidos, sin filiación política, que se encontraba en Torredembarra veraneando con su familia, fue asesinado por las fuerzas rojas en retirada, dos días antes de la entrada de los nacionales en Torredembarra, según declara su esposa, María Nin Lluch, de 43 años de edad, natural de El Vendrell, el 26 de junio de 1943, ante el fiscal jefe de Barcelona. Su cadáver presentaba heridas por arma de fuego, una en el pecho y otra en la cabeza, y fue hallado a 2 Km. de Torredemmbarra. Sus restos mortales recibieron sepultura en el cementerio de esta villa.

CUARENTA CADÁVERES EN EL CEMENTERIO

ONCE RELIGIOSOS Y UN SACERDOTE HAN SIDO BEATIFICADOS

Al final de la lista del Estado número 2, hay una nota manuscrita que dice: “Además fueron enterrados (en el cementerio de Torredembarra) cuarenta cadáveres (40) de los que no se tienen antecedentes de ninguna clase para su identificación”. Estos cadáveres fueron identificados en junio de 1941, a medida que se exhumaban de las fosas comunes del cementerio.

Los días 5 y 6 de junio de 1941, se personó en el cementerio de Torredembarra el fiscal instructor de la Causa General de Tarragona para proceder a la exhumación de los cadáveres de víctimas de asesinato por los rojos, que en dicho cementerio se encontraban enterrados en seis zanjas o fosas comunes, en forma colectiva. Asistieron a las operaciones el médico de Asistencia Pública Domiciliaria, doctor Eugenio Martí Quintana. Se hallaban presentes, también, el alcalde, el secretario del Ayuntamiento y el cura párroco de la localidad. Las operaciones de exhumación se realizaron bajo la dirección técnica de Miguel Torrents Roig, funcionario de la Casa Provincial de Caridad de Barcelona, auxiliado por dos empleados de la misma, por el sepulturero municipal y dos jornaleros.

En primer lugar se procedió a la localización de las zanjas, bajo la orientación del sepulturero. Fue quien ejercía la función en la época roja, cuando se consumaron los crímenes, por lo que conocía los enterramientos realizados. Fueron descubiertas seis fosas, todas situadas en la parte S.E. del cementerio, próximas unas a otras. Se levantó un croquis de esta parte del cementerio y se numeraron las fosas.

Abren fosa número 1. Se hallaba señalada por una lápida vertical, rematada por una cruz, en la que se leían los nombres de SANTIAGO VILANOVA VAQUER, PABLO AGUILÓ VAQUER, MIGUEL FREIXAS MONLLEÓ y BALDOMERO VAQUER PERIS, todos vecinos de Batea, víctimas de asesinato por los rojos. Se encuentran enterrados en unión de dieciséis más, según los datos que obran en esta Causa, todos ellos sacados del barco – prisión Río Segre y asesinados en las tapias de dicho cementerio en la madrugada del 12 de noviembre de 1936. Los cadáveres allí enterrados pertenecen a las siguientes personas: JOSÉ DOSCHDEMOND MITJAVILA (Beato Gilberto de Jesús, FSC) y MARIANO NAVARRO BLASCO (Beato Genaro, FSC), Hermanos de las Escuelas Cristianas. PEDRO HERIZ AGUILUZ (Beato Pedro de San Elías), FELIPE ARCE FERNÁNDEZ (Beato Elipio de Santa Teresa), DAMIÁN RODRÍGUEZ PABLOS (Beato Damián de la Santísima Trinidad) y JOSÉ ALBERICH LLUCH (Beato José Cecilio de Jesús María), Carmelitas Descalzos. Beato ISIDRO TARZÁ GIRIBETS, Beato LUIS DOMINGO OLIVA, Beato BUENAVENTURA TOLDRÁ RODÓN y Beato JULIO ALAMEDA CAMARERO, Carmelitas Terciarios de la Enseñanza. Beato FEDERICO VILÁ BARTOLÍ, Misionero del Corazón de María. JOSÉ Mª DOMINGO SOLER, el Beato JUAN ROCA VILARDELL y ANTONIO PUJOL FERRÉ, sacerdotes. EDILBERTO MARTÍ LAPEÑA, militar. Y VICENTE LOSCOS PARDO, médico de Horta de Sant Joan (Terra Alta). Se procede a la apertura de la fosa número 1 y se extraen de la misma veinte cadáveres, todos ellos sin caja ni envoltura alguna. Se procede a la extracción de los restos con todo cuidado. Se recogen los huesos y las ropas de vestir que los cubren, bajo la dirección de Miguel Torrents, de la Casa de Caridad de Barcelona. Colocan los restos y las ropas debidamente individualizados en féretros de madera blanca, preparados al efecto, que numeran en su exterior, con números correlativos del 1 al 20. Torrents registró minuciosamente la ropa, en busca de iniciales u otros signos para facilitar la identificación de las víctimas, recortando un fragmento de cada pieza de ropa, que introdujo en una bolsa con la numeración correspondiente; también seleccionó hebillas y fragmentos de cinturón en alguno de ellos. En el cadáver número 7 se encontraron puentes de oro en el maxilar superior e inferior, de los que se hizo cargo el fiscal, quedando en depósito a disposición de los familiares de la víctima. En el cadáver número 5 se encontraron, asimismo, puentes de oro en el maxilar superior, de los que también se hizo cargo el fiscal. Hay que destacar que once religiosos y un sacerdote exhumados de esta fosa están beatificados por la Iglesia católica.

Abren la fosa número 2, de cuyo contenido no existen antecedentes. Son extraídos de la misma cinco cadáveres y colocados en cajas. Se recogen los fragmentos de ropas y otros elementos identificables. Y se numeran con los números correlativos del 21 al 25.

Abren la fosa número 3, que, según antecedentes, habían de hallarse los cadáveres de PABLO BARBARÁ ALTADILL y JOSÉ MOROS CLÚA, ambos vecinos de Tarragona, asesinados el 28 de agosto de 1936. En efecto, aparecen dos cadáveres, se recogen fragmentos de ropa y se numeran las cajas con los números 26 y 27.

Abren la fosa número 4, de la que no existen antecedentes. Se hallan cinco cadáveres y se siguen los mismos procedimientos. Aparece un puente de oro correspondiente a un maxilar superior, desprendido de la mandíbula, pero no se puede precisar a cuál de los cadáveres pertenece. Lo recoge el fiscal y queda en depósito. Puestos los cadáveres en sus cajas correspondientes, se numeran del número 28 al 32, correlativamente.

Abren la fosa número 5, sin antecedentes de la misma. El sepulturero manifiesta que en ella debe encontrarse un solo cadáver, lo que queda confirmado. Se recoge el cadáver con las muestras y se señala con el número 33. Alrededor del mismo se hallan once pesetas de plata y un encendedor.

Abren la fosa número 6, sobre ella se encuentra clavada una cruz de madera negra, con el nombre de FEDERICO PASTOR PALLARÉS, que fue asesinado el 15 de agosto de 1936, en el exterior del cementerio. Se hallan, también, en esta fosa los cadáveres del segundo Comandante de Marina del Puerto de Tarragona, ANTONIO AGUILERA PARDO, y el del teniente coronel de Infantería, ENRIQUE BORRÁS ESTEVE, así como un cuarto cadáver no precisado hasta la fecha. Parece que se trata del cadáver de un militar apellidado FUSTER. En dicha fosa se hallan cuatro cadáveres, que son extraídos y se recogen muestras de sus ropas. Las cajas son señaladas con los números 34 al 37.

Torrents se llevó a Barcelona las muestras recogidas, con las que confeccionó fichas individuales que fueron entregadas a la fiscalía de la Causa General de Tarragona. Todas las cajas, con sus cadáveres respectivos, fueron trasladadas a la capilla del cementerio, todavía no reconciliada de la profanación sufrida, que se hallaba cerrada con llave, bajo la custodia del sepulturero, a quien el fiscal dio las instrucciones pertinentes.

EL RECONOCIMIENTO Y TRASLADO

DE LOS CADÁVERES

El 13 de junio de 1941 se reconoció el cadáver de la ficha número 37, que corresponde a ANTONIO AGUILERA PARDO DE DONLEBUN. Se autorizó el traslado de sus restos al cementerio del Este de Barcelona.

El 19 de junio de 1941 se reconocieron los cadáveres de las fichas 1, 26, 34 y 35, que corresponden, respectivamente, a EDILBERTO MARTÍ LAPEÑA, PABLO BARBARÁ ALTADILL, FEDERICO PASTOR PALLARÉS y ENRIQUE BORRÁS ESTEVE, realizado por la viuda del primero, el hijo del segundo y las viudas de los restantes

El 26 de junio de 1941, Dolores Saumell Prats, sirvienta del sacerdote JOSÉ MARÍA DOMINGO SOLER, reconoció e identificó sus restos mortales, en a la caja núm. 10. Se le concedió permiso para trasladar el cadáver a Tarragona (F. 299, Religión). En la misma fecha, Teresa Rodón Inglés, madre del Hermano Carmelita Terciario de la Enseñanza, BUENAVENTURA TOLDRÁ RODÓN, reconoció los restos mortales de su hijo, en la caja núm. 15. Se le concedió permiso para trasladar el cadáver a Tarragona. Se autorizó, también, a Raimunda Martí Diego el traslado a Tarragona de los restos mortales de su marido, EDILBERTO MARTÍ LAPEÑA. En la misma fecha, el fiscal comunicó al alcalde de Torredembarra que autorizó el traslado de los restos mortales identificados de BUENAVENTURA TOLDRÁ RODÓN, JOSÉ MARÍA DOMINGO SOLER, EDILBERTO MARTÍ LAPEÑA, FEDERICO PASTOR PALLARÉS y ANTONIO AGUILERA PARDO DE DONLEBUN.

El 28 de junio de 1941, el fiscal informa que el Ayuntamiento de Tortosa le ha comunicado que el día 22 fueron reinhumados en el cementerio de la ciudad los restos de TOMÁS HOMEDES LLOPIS, PEDRO BIGORRA ARBÓS y MIGUEL AGUILÓ BRULL, hallados en el cementerio de Torredembarra.

El 30 de junio de 1941, los restos mortales de FEDERICO PASTOR PALLARÉS fueron trasladados al cementerio de Tarragona, así como los de ENRIQUE BORRÁS ESTEVE.

El 3 de julio de 1941, el religioso Jesús María Companys reconoció los restos mortales del padre FEDERICO VILA BARTOLÍ. Se autorizó al superior de los Misioneros del Corazón de María de Valls, a cuya comunidad pertenecía la víctima, el traslado de los restos al cementerio de Tarragona. Leonor Estrada Rodríguez, de l’Ametlla de Mar (Baix Ebre), identificó los restos de su esposo, ANDRÉS LLAMBRICH VIVES, contenidos en la caja num. 33. Se autorizó su traslado al cementerio de l’Ametlla. Se hace constar que en el nicho número 145 del cementerio se hallan los restos mezclados de las víctimas PEDRO BIGORRA ARBÓS, MIGUEL AGUILÓ BRULL y TOMÁS HOMEDES LLOPIS, sacados del barco – prisión Río Segre y asesinados el 25 de agosto de 1936. Sus cadáveres fueron enterrados aquella fecha en una fosa del cementerio; y trasladados, tiempo después, antes de la apertura de la Causa, al citado nicho por sus propios familiares, que fueron autorizados a trasladarlos al cementerio de Tortosa.

El 4 de julio de 1941 fue identificado el cadáver de MANUEL ROMANÍ MAS, por la madre de la víctima, Emilia Mas Bertrán, para su traslado al cementerio de Tarragona. En la misma fecha fueron identificados los restos de los carmelitas, PEDRO HERIS AGUILUZ y FELIPE ARCE FERNÁNDEZ, y del hermano de la misma comunidad, DAMIÁN RODRÍGUEZ PABLOS, que corresponden a las fichas 7, 19 y 16, respectivamente. El padre superior fue autorizado al traslado de los restos a Tarragona. También fueron identificados por su hijo los restos de VICENTE LOSCOS PARDO, ficha núm. 18, autorizando su traslado al lugar que estime conveniente.

El 8 de julio de 1941 se personan en el cementerio Josefina Grau Aguiló y Constanza Mullerat Martí, viudas, respectivamente, de las víctimas PABLO AGUILÓ VAQUER y MIGUEL FREIXAS MONLLEÓ, vecinos de Batea (Terra Alta). Identificaron a sus esposos mediante el reconocimiento de las fichas número 13 y 4. No fue posible realizar el reconocimiento directo, por lo que las viudas decidieron que los citados restos fueran inhumados nuevamente en la propia fosa donde fueron hallados; es decir, la señalada con el número 1. Amparo Vilanova Vaquer, de la misma vecindad, hermana de la víctima SANTIAGO VILANOVA VAQUER, ficha num. 8, no tiene claro que sea su hermano, por lo que decide que sean reinhumados en la misma fosa.

El 4 de agosto de 1941 fueron identificados los restos del sacerdote JUAN ROCA VILARDELL, guardados en la caja número 11, por el familiar de la víctima, José Masgrau Manso, siendo autorizado a trasladarlos al cementerio de Gurb (Barcelona).

El 5 de agosto de 1941, Ana González Acosta reconoce los restos de su esposo, PEDRO SAMPIETRO SASTRE, caja núm 21, y se le autoriza a trasladarlos al cementerio de Tarragona. En la misma fecha, Miguel Agost Alonso (fray Clemente de la Virgen de Lidón), superior del convento del Desierto de las Palmas (Benicasim, Castellón), identifica los restos del carmelita descalzo, JOSÉ ALBERICH LLUCH (hermano Cecilio de Jesús María), caja núm. 3, autorizando que lo traslade al panteón del cementerio del colegio San José de Cambrils.

El 22 de octubre de 1941, el hermano Francisco Navarro Bonilla reconoce los restos contenidos en las cajas número 12, 17 y 20, como pertenecientes a los hermanos Carmelitas Terciarios de la Enseñanza de Tarragona, ISIDRO TARSA, LUIS DOMINGO OLIVA y JULIO ALAMEDA CAMARERO. Se autoriza al padre superior del convento de la capital a trasladar los restos de las víctimas y su entierro en la iglesia de la mencionada comunidad.

El 14 de noviembre de 1941, el hermano de las Escuelas Cristianas, Joaquín Donato, reconoce y recoge los restos mortales de los hermanos JOSÉ BOSCHDEMONT MITJAVILA y MARIANO NAVARRO BLASCO, guardados en las cajas núm. 2 y 5, respectivamente, para trasladarlos y darles sepultura definitiva en el nicho número 30 del cementerio de los hermanos en Cambrils. El mismo día fueron trasladados al cementerio de Tarragona los restos de PEDRO SAMPIETRO SASTRE, contenidos en la caja número 21.

El 2 de enero de 1942 fueron trasladados a la cripta preparada en la iglesia del convento de los padres carmelitas de Tarragona, los restos mortales de los religiosos Carmelitas Terciarios y Carmelitas Descalzos ISIDRO TARSA GIRIBETS, LUIS DOMINGO OLIVA, JULIO ALAMEDA CAMARERO, PEDRO HERIZ AGUILUZ, ELIPIO ARCE FERNÁNDEZ, DAMIÁN RODRÍGUEZ PABLOS y JOSÉ ALBERICH LLUCH, contenidos, respectivamente, en las cajas número 12, 17, 20, 7, 19, 16 y 3, y entregados al padre superior de los Carmelitas Descalzos de Tarragona.

DIEZ CADÁVERES EXHUMADOS NO IDENTIFICADOS

Luís Solano Costa, fiscal instructor de la Causa General de la provincia de Tarragona, con fecha 10 de octubre de 1941, hace público un edicto en el que informa que en el cementerio de Torredembarra han sido exhumadas seis fosas comunes, situadas en el interior del cementerio. Entre otros ya identificados, se hallan los retos mortales de diez personas “asesinadas por los anarco-marxistas”, que, hasta la fecha, no han podido ser identificados “por desconocerse de quién puede tratarse”. El fiscal realiza una descripción de tales restos, e invita a la colaboración de las personas que pudieran hacerlo o dar detalles de las víctimas. Da de plazo hasta el 15 de noviembre, después de cuya fecha “se ordenará la reinhumación de los restos que no han sido reconocidos”.

DESCRIPCIÓN QUE SE CITA

Ficha núm. 22.- Restos correspondientes a un varón de talla aproximada 1,64 m., de pelo castaño. Presenta ambos maxilares destruidos. No existen restos de ropa.

Ficha núm. 23.- Cadáver de un varón de talla 1,64 m., aproximadamente, con ambos maxilares incompletos. Viste pantalón oscuro con rayita blanca de estilo labrador; faja exterior de tela y cinturón de cuero.

Ficha núm. 24.- Cadáver de varón, de talla 1,65 m., aproximadamente; pelo negro y ambos maxilares completos. Se han encontrado únicamente restos de una camiseta fina y una camisa sport de punto blanco, con cierre de cremallera y cinturón de cuero.

Ficha núm. 27.- Cadáver de un varón, de talla 1,75 m., aproximadamente, con los maxilares incompletos. Se ha encontrado únicamente un fragmento de tela negra de satén.

Ficha núm. 28.- Cadáver de varón con abundante pelo negro en el pubis y maxilares destruidos, de talla aproximada 1,62 m. Viste pantalón rayado, camiseta fina de punto, calzoncillos de tela, abrochados con tres botones, y americana. Dos cinturones de cuero, uno más ancho que el otro, y apareciendo aquél con la hebilla forrada de tela.

Ficha núm. 29.- Cadáver de varón, de talla 1,65 m., aproximadamente. Cabeza algo grande; cabello negro en el pubis. Viste americana y pantalón de lanilla; camisa blanca con rayita y una prenda de tela negra con botones.

Ficha núm. 30.- Cadáver de varón, de talla 1,65 m., aproximadamente; pelo castaño; maxilar superior incompleto e inferior completo. Viste camiseta blanca de punto fino, camisa blanca y zapatos con ganchillo y tacón de goma. Lleva un vaso de celuloide color marrón.

Ficha núm. 31.- Cadáver de varón, de talla 1,60 m., aproximadamente; con el maxilar superior destruido y el inferior incompleto, con dos piezas gastadas rellenas de plata; pelo negro. Viste camisa de cuello fijo de cuadritos, muy característica; camiseta fina; pantalón; cinta de cuero con hebilla avalada, y alpargatas con suela de goma. Se cree que dicho cadáver puede corresponder a un alcalde de un pueblo de Tarragona, ignorándose más datos.

Ficha núm. 32.- Cadáver de varón; talla, 1,65 m.; con ambos maxilares destruidos. Viste blusa negra de satén con un botón negro pequeño; pantalón claro, con raya ancha oscura; calzoncillos blancos y camiseta fina de punto. Cinto de cuero.

Ficha núm. 36.- Cadáver de varón, de talla 1,64 m., aproximadamente, con los maxilares destruidos. Sólo se encuentra fragmentos de un pantalón de tela gris fina, con rayita oscura, también fina y estrecha. Este cadáver, según los datos, parece corresponder a un militar retirado, llamado MANUEL FUSTER, vecino de Tortosa, partida de Aldea, que tiene una hermana en Barcelona y un hermano en Sevilla, ignorándose más datos.

REINHUMACIÓN DE LOS DIEZ CADÁVERES

NO IDENTIFICADOS

Con fecha 13 de junio de 1942, el fiscal de la Causa de Tarragona se persona en el cementerio de Torredembarra para proceder a la definitiva reinhumación de los restos mortales de las víctimas exhumadas que no pudieron ser identificadas, cuyos restos permanecían en cajas individuales, depositadas en la capilla del cementerio. Tales restos corresponden a diez personas no identificadas, que reposan en las cajas señaladas con los números 22, 23, 24, 27, 28, 29, 30, 31, 32 y 36. En la capilla se encontraba, también, la caja número 26, que guardaba los restos ya identificados del vecino de Tarragona, PABLO BARBARÁ ALTADILL, que no han sido reclamados por sus familiares. Allí se encontraba, también, la caja número 14, que corresponde a los restos del sacerdote ANTONIO PUJOL FERRÉ, identificados y no reclamados. El párroco, Joaquín Boronat, solicita al fiscal hacerse cargo de esos restos para darles cristiana sepultura. Los restos del reverendo, contenidos en la caja número 14, fueron sepultados definitivamente en el nicho número 51, fila 3ª del citado cementerio.

Acto seguido, el fiscal dispuso la definitiva reinhumación de las víctimas depositadas en las cajas número 22 al 24, del 26 al 32 y 36. El sepulturero procedió a la operación, ayudado por otra persona. Las cajas en cuestión fueron enterradas en la fosa señalada con el número 1, en cuya cabecera había una lápida conmemorativa, con los nombres de los tres vecinos de Batea (Terra Alta), BALDOMERO VAQUER PERIS y tres más, SANTIAGO VILANOVA VAQUER, PABLO AGUILÓ VAQUER y MIGUEL FREIXAS MONLLEÓ, en la cual se encuentran ya enterrados. Es decir, en el cementerio de Torredembarra tiene que haber una fosa en la que se hallan los diez cadáveres no identificados y los cuatro identificados de Batea.

ASESINATOS FRUSTRADOS Y OTRAS TROPELÍAS

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Estado número 3. Asesinatos frustrados y otras tropelías.

MANUEL GIBERT VIDAL, de Torredembarra, asesinato frustrado. Lo dejaron herido en la carretera creyendo que estaba muerto. El delito de cometió el 18 de diciembre de 1936.

BENITO RULL PLANA, de Torredembarra, asesinato frustrado. Logró escapar en el momento que iba a ser asesinado. El delito se cometió el 22 de diciembre de 1936.

ANTONIO MONTSERRAT ANGLÉS, SERGIO LUCAS TEIXES Y ANTONIO MORRÓS MERCADÉ, de Torredembarra, el 12 de noviembre de 1936 fueron conducidos a un barco – prisión de Tarragona, donde sufrieron más de seis meses de internamiento, siendo víctimas de tormentos y torturas. Estuvieron presos en tres barcos distintos y tuvieron que pagar 7.000 y 500 pesetas, respectivamente.

JOSÉ TORREBADELL OLIVA, de Torredembarra, detenido y conducido a la cárcel de Pilatos de Tarragona el 1 de diciembre de 1936, donde estuvo un mes y tuvo que pagar una multa de 2.500 pesetas.

JOSÉ PAPIOL MARCADÉ, de Torredembarra, detenido el 8 de septiembre de 1936 y conducido a la prisión de Pilatos de Tarragona, donde estuvo once días y tuvo que pagar una multa de 2.500 pesetas.

LUÍS MERCADÉ RECASENS, de Torredembarra, detenido el 8 de septiembre de 1936 y conducido a la cárcel de Pilatos de Tarragona, donde estuvo ocho días y tuvo que pagar una multa de 500 pesetas.

 

DEVASTADA DE IGLESIA PARROQUIAL,

DESTRUIDA LA CAPILLA DEL ROSER

Antes de Torredembarra fue alzado el castillo y lugar de Clará. Posteriormente, Ramón de la Torre alzó una torre entre los términos de Altafulla y Clará. Esta masía fortificada dio origen a Torredembarra en 1173. La población creció hacia el mar. En el siglo XV aparece la villa sometida a la familia de los Icart, que continuó el señorío hasta fines del siglo XVII, en que desaparece la servidumbre feudal. En un plano de 1616, la villa aparece encerada en un recinto amurallado, donde se alza el castillo de los Icart. En las proximidades se ha hallado una necrópolis de la alta Edad Media.

El alcalde Alejandro Sancho informa a Regiones Devastadas que el 18 de julio de 1936 el censo de población era de 2.267 habitantes y de 2.150 al finalizar la guerra. Había un total de 692 edificios y solares inscritos en el padrón municipal. A consecuencia de la guerra un edificio fue destruido totalmente y diez de forma parcial. El municipio tenía arquitecto municipal. Valora en 191.000 pesetas, los daños totales causados a esos edificios, de ellos 150.000 pesetas a la iglesia y 41.000 pesetas a edificios particulares. El valor amillarado de los edificios dañados era de 1.066 pesetas.

IGLESIA PARROQUIAL DE SANT PERE APÒSTOL.- Es un edificio renacentista – barroco, construido en mampostería y piedra. Estaba radicado en la calle Juan Güell, número 16. Tenía una extensión superficial de 912 metros cuadrados y un valor catastral de 25.000 pesetas. Declara el alcalde Morros que el templo pertenece al arzobispado de Tarragona. Fue devastado por los anarco – sindicalistas. Resultó saqueado; destruidos sus retablos, imágenes sagradas e incautados los objetos de orfebrería litúrgica. Perecieron dos cuadros atribuidos a Viladomat; una Verge del Roser, del siglo XVI, de ma­dera policromada, y algunos retablos barrocos. Después de la guerra, se recuperó la orfebrería litúrgica, con piezas de los siglos XVI a XVIII. Calcula los daños en 125.000 pesetas. Se constituyó una junta para recaudar fondos con los que reconstruir el templo. La casa rectoral estaba inscrita a nombre del Estado, compuesta de tres pisos, con una superficie de 360 metros cuadrados y un valor de 8.000 pesetas. También fue devastada. En la actualidad, se conserva un lienzo de santa Rosalía, de principios del siglo XVII, con marco de plata cincelada y repujada, fechado en 1854. Hay un órgano sin tubos fechado en 1710. En la casa parroquial se guardaba una casulla gótica del siglo XV, bordada en oro; un relicario de santa Rosalía de hacia 1600. Se conserva el archivo parroquial desde comienzos del siglo XVII. El 21 de abril de 1949, el párroco Joaquín Boronat Capdevila solicita autorización al arzobispado para organizar una tómbola con el fin de “satisfacer una deuda de 6.000 pesetas, contraída a causa de las obras de restauración de la iglesia parroquial, y poder continuar las obras en el mismo sentido”.

CAPILLA DEL ROSER.- El arquitecto Monravá certifica que “la destrucción fue completa; no queda vestigio”. El alcalde B. Morros informa que la capilla fue profanada, saqueada y destruida hasta sus fundamentos. “No queda señal alguna de su emplazamiento” Estaba adjunta al antiguo hospital. Valora los daños en 200.000 pesetas; y el inmueble, antes de ser devastado, en 200.000 pesetas. Manifiesta el alcalde que se está tramitando en el gobierno civil de la provincia la constitución de una junta para recaudar fondos para la Obra Pía de Culto y Clero.

EL HOSPITAL DE CARIDAD.- Situado en el Portal de la Basa, 12, compuesto de dos pisos, de superpie 43,20 metros cuadrados. Institución benéfica, Hospital de Caridad. Era un edificio de plata baja, con varias dependencias para las hermanitas: hospital y portería, con claustros, capilla y jardín. Situado en la calle Pedro Badía. Destinado a Hospital de Caridad. Las bombas de la aviación derrumbaron los techos y el tejado de una parte del edificio, así como algunos tabiques. Se valoran los daños en unas 10.000 pesetas. El inmueble estaba valorado en 155.000 pesetas. La institución benéfica tenía 1.383,74 pesetas, producto de la renta de los Valores del Estado, renta del servicio del coche fúnebre que poseía. Del Ayuntamiento recaudaba 1.000 pesetas. Renta de una casa y de una finca rústica, 250 pesetas, y 0,75 pesetas diarias de la Diputación de Tarragona, por cada una de las seis camas reservadas.

IGLESIA DEL HOSPITAL.- Fue saqueada y destruidos sus retablos e imágenes sagradas.

IGLESIA DEL BARRI MARÍTIM.- Saqueada y destruidos sus retablos e imágenes sagradas. Fue derribada para ser sustituida por otra más amplia y moderna.

EL PATRONATO ANTONI ROIG.- Situado en la calle alta de San Pedro; tenía dos pisos y 4.400 metros de superficie, con un valor de 80.000 pesetas. Era una institución benéfico docente. La planta baja, circundada por tapias, se destinaba a escuela pública de párvulos. Las bombas de la aviación causaron destrozos en las puertas y ventanas; rotura total de cristales, estragos en los tejados, tabiques y material de enseñanza. Se derrumbaron varios trozos de tapias. Los daños se valoraron en unas 4.000 pesetas. El inmueble estaba valorado en 150.000 pesetas. Los medios de vida conocidos del propietario son unas 20.000 pesetas, producto de la renta de los valores que posee del Estado, que destinaba al pago de dotes a las jóvenes pobres que contraían matrimonio y al pago de maestros y material de enseñanza. El patronato contaba también con un edificio de planta baja, piso y claustro, destinado a escuelas, salón de actos y una casa habitación para un maestro.

Francesc Basco Gracià. Periodista. (Del libro inédito La represión del Frente Popular en Tarragona)

Catalans hispans: Marià Bordas i Flaquer, va veure assassinar als seus dos fills al 36.

Catalans hispans: Marià Bordas i Flaquer, va veure assassinar als seus dos fills al 36.

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Marià Bordas i Flaquer (Barcelona, 1879 – 1938). Advocat i polític. Era membre de la Comunió Tradicionalista i fou un dels principals dirigents carlins de Barcelona amb Miquel Junyent i Rovira, així com vicepresident del Banc Català Hipotecari (conegut com “El Banc dels Carlistes”). El 1906 participà en el Primer Congrés Internacional de la Llengua Catalana. Fou tinent d’alcalde de Barcelona i a les eleccions generals espanyoles de 1907 fou escollit diputat a les corts espanyoles dins les llistes de Solidaritat Catalana pel districte de Berga.

Perseguit per les esquerres a l´inici de la guerra civil, va veure com assassinaven als seus fills Francesc Xavier Bordas i Piferrer (Barcelona 1915-1936), religiós salesià i beat i en Jaume Bordas i Piferrer (Barcelona 1914- Sant Pol de Mar 1936, sacerdot i estudiant de Filosofia a la Universitat de València). La persecució a la que fou sotmès i el crim d´en Francesc i d´en…

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Com eren els catalans d´abans: testimoni de l´assassinat de Mn. Peypoch.

Com eren els catalans d´abans: testimoni de l´assassinat de Mn. Peypoch.

Peypoch AQUÍ P. EMMANUEL PEYPOCH SALA. S.I. HA ESTAT ASSASSINAT PELS MARXISTES 29 DE JULIOL DE 1936

Vídeo del testimoni esgarrifós i emocionant sobre l´assassinat de jesuita Manuel Peypoch Sala, un català que va plorar a Manila quan els nordamericans van substituir la bandera espanyola, per la nordamericana. Va morí al 29 de juliol del 36 assassinat sota el Govern de Companys.

 “És possible que un cervell tan intel·ligent com el Pare Peypoch l’hàgiu fet malbé?”

Testimoni: Jaume Navarro Torras (Manresa, 03/02/1920)

Tema: “És possible que un cervell tan intel·ligent com el Pare Peypoch l’hàgiu fet malbé?”

Durada: 05:49

Data de l’entrevista: 18/12/2009

Per veure el vídeo clik aquí.

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